A pesar de
las promesas de los políticos de tres gobiernos diferentes, en los últimos
cinco años no ha habido ningún mejoramiento significativo en el nivel de
corrupción en Honduras. La calificación IPC ha oscilado entre 2.4 y 2.6 durante
todo este periodo, y ha mantenido un ranking entre los más bajos en el
hemisferio.
Es triste la suerte del pobre y noble pueblo
hondureño, y de aquellos países en donde debido a la pobreza y a la politiquería
barata, se prolifera el virus de la corrupción. Honduras, es un país bello,
rico en recursos, pero pobre en calidad humana. Tristemente en estos momentos
figura en el mundo como el número uno en violencia, y el número dos en los
niveles de corrupción. Esta imagen fatídica se esparce como mala yerba por todo
el mundo, dándole al noble pueblo hondureño una imagen desagradable. Pero ¿Son
los corruptos una mayoría? ¡No!, estos delincuentes solapados, con cuello
blanco, son minoría, porque la mayoría del pueblo, que son los pobres, y viven
en zonas rurales, y son nobles, honestos y sufridos. Como siempre, por causa de
una minoría negativa, se guzga a toda una nación, porque los buenos somos más.
de un proceso de deterioro de valores morales,
espirituales y sociales que a lo largo de 30 años han minado y empobrecido a la
nación. Todos sabemos quiénes son los corruptos, y si hay corruptos, es porque
existen corruptores. En la fiscalía y en los juzgados hay miles de expedientes
guardados que desenmascaran a los que usando el Sin embargo, esto de la
corrupción no es un fenómeno actual, sino que es el efecto lento poder político
y el engaño, han llevado al país a esta triste situación. La causa que
desencadena esta enfermedad de corrupción radica en la “ambición”, que produce
el deseo de tener a toda costa, vendiendo principios y aceptando sobornos u
ofertas indecentes. Esta ambición desencadena la “codicia”, y como efecto de
ello, las personas ponen su confianza en el poder económico a costa de los
valores espirituales. Es por ello que aparece la explotación, el robo, la
mentira, el soborno y chantaje, acompañado de las falsas promesas y la
adulteración de lo producido y vendido. No importa la salud y el bienestar de
lo demás, lo que vale es el tener buenos dividendos, aunque con ello lleve a
mis semejantes a la muerte o miseria.
¿Qué podemos esperar de la sociedad cuando los que predican
la moral, también se corrompen? Mientras no haya temor al engaño y a la
mentira. Mientras queramos obtener bienes de forma rápida y sin esfuerzo.
Mientras no reconozcamos a Dios como principio de la sabiduría, difícilmente
podremos sanear a la nación de la corrupción, que es hija de la codicia y
engendra el engaño y la maldad, llevándonos a la miseria y extrema pobreza. Dios
tenga misericordia de Honduras.
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